Origen de los nombres en la Antigua Roma

Buena parte de los nombres que disfrutamos hoy en día viene de la antigua roma.

Para que te hagas a la idea, un nombre romano está formado por tres partes.

Nombre de pila: praenomen

Apellido de linaje: nomen

Nombre de la familia dentro de las gens: Cognomen

El praenomen

Como nos indican desde Nombres10.Top, portal especializado en nombres, los praenomina eran pocos. Se calcula que la cifra era solo ligeramente superio r a 20, de aquí que muchos se repitiesen muchas veces. Para hacerlos a la idea, los más comunes son Tiberio, Tito, Publio, Marco, Cayo… entre otros muchos.

Lo común era que de la lista de praenomen, el padre pusiese uno a su hijo en su noveno día de vida. Esto se conocía como “diez lustricus”.

Teniendo en cuenta esto, podemos ver como Lucio se traduce como “nacido de día”. Manio se traduce como “nacido en la mañana”. A partir de aquí se ponía a los hijos, quinto, sexto, décimo dependiendo la sucesión en la familia que ocupase.

No hay que olvidar que los esclavos, amigos y niños se tenían que dirigir al padre bajo su praenomen.

El Nomen

Por regla general siempre acaba en -ius. Este sufijo viene dado de las familias patricias y perteneció en la historia romana. Esto se daba si el ciudadano era plebeyo o patricio romano.

Otro dato a tener en cuenta es que las mujeres recibirán el nombre de la gens familiar. Como esto era un lío a la hora de diferenciar de una mujer a otra, se le añadían números ordinales para diferenciarse de unas a otras.

El Cognomen

Destaca por ser el tercer nombre que tenían los ciudadanos romanos. El objetivo del Cognomen era el de conseguir diferenciar a las diferentes familias dentro de una estirpe en concreto.

El cognomen siempre hacía referencia a un detalle físico como pelirrojo “Rufo”, Bizco “Estrabón”, Velludo “Cesar” … gracias a esto se podía diferenciar más de una persona a otra. Por supuesto, también se usaba para diferenciar por las batallas ganadas. Por ejemplo, si alguien conseguía ganar en África, se le conocía bajo el africano.

Curiosidades de los nombres romanos

Dentro del día a día, era muy común ver como primero se usaba el praenomen y luego el cognomen.

En el caso de que un romano fuese adoptado por otra familia, algo que en muchas ocasiones sucedía, perdía su nombre y pasaba a tener el nombre de la familia que lo adoptaba. A este nombre se le añadía el cognomen seguido del sufijo -anus. Un caso sencillo lo podemos ver en Cayo Julio César Octavianus. Aunque este personaje histórico también lo podemos conocer como Imperial de Augusto.