Tercera Guerra Púnica – 149-146 a.C.

Tercera Guerra Púnica

La última de las tres guerras púnicas fue de menor duración que sus predecesoras (149–146 a.C.). Estuvo enfocada principalmente en el territorio de lo que hoy conocemos por Túnez y el escenario fundamental fue el cerco o sitio a Cartago por parte de Roma.

Como resultado de esta guerra, Cartago fue completamente destruida y sus territorios anexionados por Roma, con lo que su independencia llegaba a su fin. De igual forma, su población sobreviviente fue sometida a régimen de esclavitud.

Antecedentes de la Tercera Guerra Púnica

En los años comprendidos entre la Segunda y la Tercera Guerra Púnica, Roma estuvo enfrascada en la conquista del imperio helenístico hacia el este y sin misericordia reprimió a los pueblos hispánicos en el oeste, a pesar de que estos habían sido esenciales para el triunfo romano en la Segunda Guerra Púnica.

Cartago, despojado de aliados y territorios tras su derrota en los conflictos anteriores, sufrió durante 50 años el pago de una extensiva indemnización a Roma, contemplada en el tratado de paz de la Segunda Guerra Púnica.

En el Senado romano, centraba habitualmente acalorados debates debido a que algunos oradores como Cato el Mayor eran partidarios de destruirla completamente y otros abogaban por vías diferentes de coexistencia que no contemplaran su destrucción.

De igual forma, el tratado de paz establecía que todas las disputas fronterizas que envolviesen a Cartago serían intermediadas y resueltas por el Senado romano, entidad que además aprobaría si Cartago podía ir a la guerra o no. Como consecuencia de esto, en los 50 años entre la Segunda y la Tercera Guerra Púnica, todas las disputas entre Numidia, un aliado de Roma, y Cartago fueron resueltas en Roma, mayormente en favor de la primera.

Puerto de Cartago

Pero la situación cambió gracias a la eficiencia comercial y económica de Cartago. Para el año 151 a.C. ya su deuda con Roma estaba saldada y esto fue interpretado por los cartagineses que los términos del tratado de paz llegaban a su fin. Sin embargo, para los romanos el tratado era una declaración permanente de subordinación de Cartago hacia Roma.

Además, la culminación del pago de la indemnización favorecía intereses hegemónicos y expansivos, pues Roma podía lanzarse a la conquista de Cartago sin necesidad de interrumpir entradas considerables y continuas de dinero. Otra arista que explica el interés que se impuso en Roma por conquistar Cartago es de índole económica. Para mediados del segundo siglo a.C. la población de la ciudad romana rondaba los 400.000 habitantes e iba en ascenso, lo cual significaba un aumento de la necesidad de alimentos y mercancías. En ese sentido, las tierras que rodeaban Cartago eran las más productivas, accesibles y quizás las de mayor rendimiento agrario, entre todas las que hasta ese momento estaban bajo el control romano.

Transcurso de la Tercera Guerra Púnica

En el año 151 a.C. Numidia emprendió otra disputa fronteriza contra Cartago y sitió el pueblo cartaginés de Oroscopa. En respuesta Cartago lanzó una gran expedición militar de 25.000 soldados pero ello no evitó que sufriese una derrota militar y le fuese impuesta otra indemnización durante 50 años.

De manera inmediata, Roma mostró su desaprobación a la decisión de Cartago de emprender la guerra con uno de sus aliados sin su consentimiento y le impuso la condición para evitar una tercera guerra entre ellos de “satisfacer al pueblo romano”.

Dos años después Roma declaró la guerra contra Cartago. Para tratar de apaciguarla, los cartagineses hicieron varias gestiones y obtuvieron la promesa de que si 300 muchachos de la clase alta eran enviados como rehenes a Roma, podrían mantener los derechos sobre su tierra y su propio gobierno.

Tras esto, la ciudad de Útica, un aliado púnico, declaró su desafecto hacia Roma y esta congregó allí un ejército de 80.000 hombres. Entonces los cónsules demandaron a Cartago que depusiera todas sus armas y luego de esto le ordenó que moviese sus fronteras 16 kilómetros, mientras la ciudad principal iba a ser incendiada. Cuando Cartago comprendió las intenciones romanas decidió abandonar las negociaciones. La ciudad fue sitiada, iniciándose así la Tercera Guerra Púnica.

Tercera Guerra Púnica - Batalla de Zama

Después de que la principal expedición romana se apostase en Útica, los cónsules Manius Manilius y Lucius Marcius Censorius lanzaron un ataque por dos flancos a Cartago, que fue eventualmente rechazado por el ejército de los generales cartagineses Asdrúbal el Boeotarch y Himilco Phameas. Censorius perdió más de 500 hombres cuando fue sorprendido por la caballería de Cartago mientras recolectaba madera en las cercanías del lago Tunis. Un desastre mayor cayó sobre los romanos cuando su flota fue abrasada por las bolas de fuegos lanzadas desde barcos cartagineses.

Ante los fracasos, Manilius fue reemplazado por el cónsul Calpurniues Piso en el año 149 a.C. después de una severa derrota del ejército romano en Nepheris, al sur de la ciudad principal, donde había una fortaleza cartaginesa.

En el otoño del año siguiente Piso tuvo que retirarse luego de fallar en su intento por tomar la ciudad de Aspis, cerca de Cape Bon. Esto no le hizo cesar en su empeño y cargó contra el pueblo de Hippagreta en el norte, pero su ejército fue incapaz de derrotar a los púnicos allí antes de la llegada del invierno y tuvieron que retirarse nuevamente. Cuando estas noticias llegaron a Roma, Piso fue sustituido como cónsul por Scipio Aemilianus conocido como Escipión el Africano.

Escipión el Africano

Los cartagineses resistieron las embestidas romanas desde inicios del año 149 a.C. hasta la primavera del 146 a.C., cuando Escipión invadió con éxito la ciudad. Aunque el pueblo púnico peleó valientemente, fueron de manera gradual cediendo terreno ante la supremacía de la fuerza militar romana, hasta ser derrotados completamente.

Final de la Tercera Guerra Púnica

Muchos cartagineses murieron producto del hambre durante la última parte del conflicto, y muchos otros en los escenarios militares durante los seis días finales de la guerra. Cuando esta terminó, los 50.000 hijos de Cartago que permanecieron con vida, una pequeña parte de la población existente antes del enfrentamiento bélico, fueron esclavizados por los vencedores.

La ciudad fue consumida por las llamas durante 17 días. Sus muros y edificaciones fueron completamente destruidos. Los territorios cartagineses que sobrevivieron a la destrucción, fueron anexados por Roma y reconstituidos como la provincia romana de África. Un siglo después, Cartago fue reconstruida como una ciudad romana por Julio César, y poco tiempo después se convirtió en una de las principales poblaciones Imperio en el continente africano.