Caída del Imperio Romano de Occidente

Caida del Imperio Romano

El Imperio Romano es el periodo comprendido entre el año 27 a. C. y el 476 d. C., un período que excede los quinientos años de duración. Los dominios y territorios del Imperio Romano, incluyeron las tierras próximas al mar Mediterráneo, el Oeste y Sur de Europa, Britania, Asia Menor y el Norte de África, incluyendo Egipto. Existieron muchas y muy diversas razones que explican el declive del Imperio Romano. Las causas de la caída del Imperio Romano se desarrollan en este artículo.

El golpe final

El golpe final que condujo al declive y posteriormente al fin del Imperio Romano, fue la rápida propagación del cristianismo con sus nuevos ideales y creencias. Además, ha de tenerse en cuenta el considerable poder y la desesperación de las tribus bárbaras que una vez invadida Italia, amenazaron con destruir Roma.

Cristiandad

Una de las razones principales por las que el Imperio Romano atisbó a su fin, fue sin duda el cristianismo. La vida y el futuro parecían desalentadores para los millones de personas que se encontraban bajo el yugo romano, para quienes la vida miserable y la muerte temprana parecían hechos inevitables. El cristianismo proclamaba la creencia de la vida después de la muerte, lo que muchos vieron como una señal de esperanza y aliento entre tanta desesperación. El cristianismo predicaba que la vida era sagrada, y que debía evitarse toda actitud pecaminosa.

De esta manera, la actitud del Imperio Romano pasó de ser antagonista, hostil y agresiva, a convertirse en pacifista, devoto de la paz y la santidad de la vida. La moral, la ética y los valores romanos habían cambiado radicalmente, y las personas estuvieron dispuestas a dar sus vidas por su nueva religión y sus creencias. En efecto, muchos cristianos murieron terriblemente debido a numerosas persecuciones cristianas, hasta que finalmente, el Emperador romano Constantino el Grande, se proclamó devoto de la fe cristiana y emitió un edicto especial, el Edicto de Milán otorgando el favor y la protección de la gran masa de creyentes.

Era de Diocleciano

Otro hecho relevante al respecto tomó lugar durante la última batalla de gladiadores bajo el reino de Honorio. Un monje cristiano de nombre Telémaco, accedió a la arena del Coliseo en el medio de la cruenta batalla de sangre e intercedió por su cese en el nombre de Jesús. Telémaco fue apedreado hasta la muerte por los presentes en la arena, lo que condujo tres días después, a decretar el cese de los juegos públicos por parte del Emperador. Desde entonces, jamás volvieron a realizarse los juegos.

Con la llegada del cristianismo, también cambió la actitud con respecto a la esclavitud. La manumisión (acto de liberar a los esclavos) condujo a una severa reducción en el número de la servidumbre, con los que contaba el Imperio como mano de obra fundamental. De esta manera, el fin del reinado de Roma se avistaba inevitablemente, y con el nacimiento del cristianismo, comenzaba a morir el Imperio.

La invasión bárbara

Si el cristianismo sentó las bases para el fin del Imperio Romano, la dominación brutal de los bárbaros constituyó el golpe definitivo. Roma comenzó a sufrir el asedio de las potencias enemigas, y la resistencia del ejército romano pronto se vio bajo los embates del gran ejército bárbaro, compuesto por guerreros como los visigodos (al oeste de la Galia) y los vándalos.

Desde el año 410 capital romana fue asediada por las hordas de los visigodos, bajo el mando de Alarico, y posteriormente por los vándalos guiados por Gensérico en el año 455. Incluso, el poderoso Atila destruyó la ciudad en el año 451. Todos estos ataques tomaron lugar durante el reinado del desafortunado Valentiniano III, y evidenciaron la desintegración de la autoridad romana en el mundo y el fin del Imperio Romano.

Ricimero y los últimos días del Imperio

La autoridad del Imperio de Occidente, había quedado reducida al territorio de la actual Italia, de donde solo conservaba reminiscencias de su gran poderío. Los bárbaros constituían el verdadero poder tras el trono, puesto que los ejércitos romanos se encontraban conformados mayormente por tribus bárbaras, bajo el control de generales bárbaros, e incluso los asuntos importantes de la capital eran manejados por los bárbaros. El lugar ganado por el general Estilicón el Vándalo durante el reinado de Honorio, fue reemplazado tiempo después con la presencia de Flavio Ricimero durante los últimos años del Imperio.

Ejército Romano

El nuevo líder comandaría las tropas bárbaras en favor de Roma, y en cambio Roma le otorgaría el título de senador patricio, que en aquel tiempo era el equivalente a regente del imperio. Durante diecisiete años (455-472), Ricimero ejerció una autoridad absoluta, nombrando y destituyendo Emperadores a su propia voluntad. El Imperio Romano de Occidente había pasado a la historia, y nada quedaba por extinguir de él más que no fuera su nombre.

Odoacro destituye a Rómulo Augústulo (476 d.C.)

El rol desempeñado por Ricimero como “creador de reyes”, fue asumido posteriormente por Orestes el Panonio, que había recibido el título de patricio. Orestes ubicó en el trono a su hijo Rómulo Augústulo, un niño de apenas seis años de edad. El corto reinado del joven príncipe no contiene otra relevancia en la historia que el hecho de haber sido el último de los reinados en Occidente. Los bárbaros mercenarios demandaban un tercio de las tierras italianas del Imperio, y ante la negativa de Orestes, encomendaron el asunto en manos de Odoacro (líder de la tribu germánica de los hérulos).

Fin del Imperio Romano

Ante el asedio bárbaro, Rómulo no tuvo otra alternativa que renunciar a su título de Emperador, con lo que fue comunicado al regente del Imperio Oriental que no existía la necesidad de nombrar otro Emperador en el Occidente. Odoacro obtuvo entonces el título de patricio, y gobernó por toda la Italia como vicario del Emperador de Oriente. Desde ese momento, el Occidente había sido privado de su título imperial, y este hecho es recogido en la historia como “la caída del Imperio Romano de Occidente”.

El fin de Roma

Entonces, ¿Qué fue de la antigua ciudad de Roma? El final de esta ciudad tomó lugar en el año 537 d. C., durante el saqueo de los godos a la capital romana. Los acueductos que suplían el abastecimiento de agua fueron destruidos por los bárbaros, y el pueblo romano quedó indefenso ante la escasez de agua, llegando a perecer hasta un 90% de todos sus habitantes. Esta pérdida demográfica significó el punto final para la ciudad, y por consiguiente para el otrora Imperio Romano.

Relaciones del Occidente con el Imperio Oriental

Si nos preguntáramos cómo definir la relación entre el Occidente y el Oriente tras la deposición de Rómulo Augústulo, no podríamos establecer una respuesta concreta. El hecho de ser considerado Odoacro como un gobernador romano bajo el título de patricio, y teniendo en cuenta además que el propio líder reconocía la autoridad del Imperio Oriental, podemos decir que el Imperio Occidental no había sido destruido del todo, sino que pasaba a formar parte una vez más del Imperio Oriental. Este planteamiento pudiera ser verídico si nos referimos a él bajo una visión de formalidad, pero en términos históricos, este hecho no significa precisamente un retorno al viejo sistema establecido bajo la muerte de Teodosio, sino que marca una separación real entre la historia del Occidente y la historia del Oriente.

Transición hacia una Nueva Civilización en el Occidente

El Occidente se convirtió gradualmente en el hogar de varias tribus germanas. En África se encontraban los vándalos; en España y al sur de la Galia, los visigodos; al noroeste de España, los suevos; al sureste de la Galia, los burgundios; en la Britania, los sajones y los jutos, y finalmente en Italia los hérulos. Solamente al norte de la Galia existía un vestigio de la autoridad romana, preservado por el gobernador Siagrio, quien logró mantenerse en el poder durante diez años bajo el asedio de los invasores, pero fue derrotado finalmente por el rey franco Clodoveo (486 d. C.).

El jefe del nuevo reino germano, comenzó ejerciendo una autoridad independiente, y el pueblo romano no tuvo otra alternativa que someterse al nuevo mandato. Las costumbres y tradiciones de los romanos, sus leyes y su lenguaje, aún eran preservados, pero fueron corrompidos con nuevas costumbres, nuevas ideas y nuevas instituciones. Como la caída de la vieja República constituía una transición hacia la constitución del Imperio, el declive del Imperio constituyó una transición hacia una nueva fase de Imperialismo. En otras palabras, la caída del Imperio Romano de Occidente fue, en realidad, una transición hacia la construcción de los pilares que fundamentan nuestra civilización moderna.